PENTECOSTÉS - P JOAQUIM MESEGUER GARCÍA

1ª LECTURA Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (He 2,1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente un ruido del cielo, como de viento impetuoso, llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron como lenguas de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo les movía a expresarse. Había en Jerusalén judíos piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al oír el ruido, la multitud se reunió y se quedó estupefacta, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Fuera de sí todos por aquella maravilla, decían: «¿No son galileos todos los que hablan? Pues, ¿cómo nosotros los oímos cada uno en nuestra lengua materna? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y el Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y las regiones de Libia y de Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las grandezas de Dios».

 

SALMO RESPONSORIAL (104)

Bendice, alma mía, al Señor.

Señor, Dios mío, qué grande eres.

Vestido de esplendor y majestad,

 

Qué numerosas son, Señor, tus obras;

todas las has hecho con sabiduría,

la tierra está llena de tus criaturas.

 

si escondes tu rostro, se acobardan;

si retiras tu soplo, expiran y retornan al polvo;

si envías tu soplo, son creados,

y renuevas la faz de la tierra.

 

La gloria del Señor es eterna,

el Señor se complace en sus obras.

Ojalá le agrade mi poema,

pues sólo en él encuentro mi alegría.

 

2ª LECTURA Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios(1Cor 12,3b-7,12-13)

Hermanos: Os manifiesto que nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no es movido por el Espíritu. Hay diversidad de dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de funciones, pero el mismo Señor; diversidad de actividades, pero el mismo Dios, que lo hace todo en todos. A cada cual se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, forman un cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido del mismo Espíritu.

 

EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según San Juan (Jn 20,19-23)

En la tarde de aquel día, el primero de la semana, y estando los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos, llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «¡La paz esté con vosotros!». Y les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Él repitió: «¡La paz esté con vosotros! Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros». Después sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados; a quienes se los retengáis, les serán retenidos».

 

 

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

 

Las religiones del mundo antiguo solían ser cultos locales. Los egipcios, por ejemplo, adoraban a Isis y Osiris. La ciudad de Atenas fue llamada así en honor a la diosa Atenea. Éfeso era el centro del culto a Artemisa. Incluso los israelitas veían su religión como algo exclusivamente nacional. Ahora bien, cuando la Iglesia se manifestó al mundo en Pentecostés, fue constituida por gente de todas las naciones que escucharon la buena noticia, cada uno en su idioma. El plan de Dios era que toda la humanidad fuera una gran familia. El pecado nos había divido y diseminado por toda la tierra, pero ahora al contrario de lo ocurrido en la historia de la Torre de Babel, la diversidad de lenguas en la raza humana se convierte en símbolo de unidad, no de alienación. Cristo había muerto por todos y envió a sus apóstoles, llenos del Espíritu Santo, a todas las naciones. Por lo tanto su Iglesia no debía ser una secta para unos pocos elegidos sino una comunidad abierta para hombres y mujeres de toda nación, raza, pueblo y lengua. Por esta razón, muy pronto se dio a la Iglesia el apelativo de “católica”, palabra de origen griego que significa “universal”, “total”. La Iglesia Católica pone la “totalidad” del tesoro de Cristo disponible a la “universalidad” de las personas, y en ella se da la riqueza de la plenitud de los dones del Espíritu. Fijaos bien que, en el Credo, la profesión sobre la Iglesia viene inmediatamente después de haber expresado nuestra fe en el Espíritu Santo.

Pero, ¿acaso no tenemos una responsabilidad especial para con nuestra familia, comunidad y nación? Sí, ciertamente. No podemos salvar al mundo si nuestras familias, nuestros vecinos o nuestra sociedad están mal. Sin embargo, la verdadera caridad cristiana no se puede parar aquí. El horizonte de nuestros corazones debe extenderse más allá de nuestras familias y nuestras fronteras patrias. Nuestros corazones no son infinitos como el de Dios; nuestro tiempo, energía y recursos financieros son limitados. Pero cada persona y familia católica que desea ser digna de este nombre debe encontrar algún modo de extender las obras de misericordia aunque sea de manera modesta. No tenemos que ir lejos para darnos cuenta de las necesidades del mundo. Los noticieros, la radio, la televisión y el internet nos traen los sectores necesitados del mundo a casa. Podríamos escribir una larga lista de necesidades que se nos presentan, pero, ¿qué podemos hacer al respecto?

1. Ora. La intercesión es una de las obras espirituales de misericordia. El patrón de nuestras oraciones personales y familiares está establecido por la liturgia de la Iglesia: la oración de los fieles es llamada “Oración Universal”, puesto que presenta las necesidades de la Iglesia y de la humanidad a Dios nuestro Padre. Ora diariamente por las intenciones del Papa, que son universales, y también por las necesidades fuera de las fronteras de tu tierra.

2. Ayuda a los cristianos perseguidos. Alrededor del mundo, muchos hermanos nuestros son perseguidos e incluso martirizados diariamente a causa de su fe. Podemos apoyar económicamente a Ayuda a la Iglesia necesitada y, a través de esta asociación, escribir cartas a cristianos perseguidos o encarcelados. Por medio de internet podemos firmar manifiestos para ayudar a liberar a muchos de nuestros hermanos.

3. Alimenta al pobre. Cáritas os agradece mucho toda la ayuda que podáis dar en dinero o en especie. Sé de otros que colaboráis con organizaciones de ayuda al Tercer Mundo. Todo esto es muy necesario y meritorio.

4. Ayuda a los misioneros. Millones de personas en la tierra no han oído nunca el Evangelio ni conocen a Jesucristo. El Papa Pablo VI escribió una carta apostólica sobre la evangelización en el mundo moderno enfatizando una vez más la necesidad de predicar el Evangelio a todas las naciones. No todo el mundo será llamado a anunciar el Evangelio a países lejanos, pero todos somos emplazados a anunciar el mensaje de Jesús en nuestro ambiente y de ayudar a las misiones de la Iglesia.

Éstas cuatro propuestas quieren ser una aplicación práctica de las palabras de Jesús: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»; de este modo, impulsados por el Espíritu Santo, realizaremos la comunión y la misión en la vida de la Iglesia y trabajaremos para la transformación del mundo.

 

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